EL ARZOBISPO SZYMANSKI, PRINCIPAL PROTECTOR DEL PADRE CÓRDOVA
Sabía que abusó de niños maristas y lo aceptó en el Seminario Mayor
–Córdova era parte de una red pederasta clerical a nivel mundial
–En el fraude de Fausto contra Nava, Szymanski defendió al PRI
Al primer arzobispo de San Luis Potosí, Arturo Antonio Szymanski Ramírez, se le considera el tutor espiritual y principal responsable de proteger al sacerdote Eduardo Córdova Bautista, acusado de abuso y violación sexual de niños y adolescentes durante casi tres décadas; desde 2014 es un prófugo de la justicia y es buscado en todo el mundo por la Interpol sin ningún resultado.
Szymanski tuvo pleno conocimiento de que Córdova Bautista, antes de ser sacerdote, fue expulsado en 1983 del Instituto Potosino Marista, uno de los colegios preferidos de la clase alta de la capital potosina y en el que se desempeñaba, con el título de abogado, como profesor y bibliotecario, por la denuncia de abuso sexual a un estudiante; también supo de anteriores denuncias por el mismo delito; a pesar de estos antecedentes, lo aceptó sin reservas en el Seminario Mayor de San Luis Potosí un año después de que lo echaron los padres maristas.
Córdova fue ordenado sacerdote en 1988 en la Catedral por el propio Szymanski que se asumió como su guía espiritual y lo promovió para que ascendiera de manera rápida en la estructura religiosa al alcanzar, cuatro años después, el cargo de representante legal de la arquidiócesis, se volvió un personaje que se movía en las altas esferas del poder político y económico, aprovechó esta investidura para intensificar su conducta hasta volverse un peligroso violador serial, de mirada hipnótica y con una aura de poseer el don de la sanación. Se sabía impune gracias al manto protector de la jerarquía católica y de la justicia terrestre, la mayor sanción era reubicarlo en otra parroquia.
Por su muerte en 2008, Szymanski se salvó de enfrentar el escándalo que cubrió de oprobio a la iglesia potosina cuando varias víctimas tuvieron el valor de dar una conferencia de prensa para denunciar al padre Córdova y la complicidad de Szymanski y de sus sucesores Luis Morales Reyes y Jesús Carlos Cabrero Romero, hoy arzobispos eméritos y recién señalados por las organizaciones no gubernamentales Spes Viva y Bishop Accountability, junto a otros obispos y una madre superiora como encubridores de abusos sexuales de sacerdotes.
Nacido en Tampico en 1922, Szymanski estudió en el Seminario Mayor potosino, apenas con 32 años fue designado obispo adjunto de San Andrés Tuxtla, Veracruz, y luego de su ciudad natal; en 1887 fue designado obispo de San Luis Potosí y al año siguiente se le nombró primer arzobispo. Tenía estrella, escaló muy rápido en la jerarquía católica, nunca fue un sacerdote de pueblo.
Su sangre polaca habría sido un factor que le favoreció en el papado de Juan Pablo II, ya elevado a los altares, pero señalado por encubrir los abusos sexuales del padre Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo y un santo en vida, que le ofrendaba maletines llenos de dólares, entre otros obsequios. Entre Szymanski y Karol Wojtyla hay un nexo más fuerte que el origen polaco, el encubrimiento de la red de pederastia clerical que opera a nivel mundial y es la que ha permitido al padre Córdova evadirse del brazo de la justicia al mantenerlo oculto en México o fuera del país.
El arzobispo Szymanski, que gustaba del whisky, cargaba siempre su anforita con ese licor para cuando fuese necesario, no estuvo exento de la controversia, dio su respaldo al gobernador Fausto Zapata Loredo, impugnado por haber cometido fraude electoral a Salvador Nava en 1991, “no soy Dios para saber si hubo fraude”, así respondió a la prensa; mientras se mantenían congeladas las denuncias contra el padre Córdova que seguía cometiendo abusos sexuales en contra de menores de edad bajo la modalidad de “confesión alternativa”, que consistía en dar masajes, y mediante engaños, drogas y bebidas alcohólicas a sus víctimas para someterlas sin resistencia.
El padre Córdova proviene de una familia de alcurnia potosina, con un pasado de riqueza pero “venida a menos”, como se suele decir en esta ciudad de las familias que pierden sus caudales pero conservan el prestigio del apellido. Este rango social le abrió las puertas en la jerarquía católica, se volvió muy solicitado por las élites potosinas para oficiar bodas, quince años, primeras comuniones y bautizos; bendecía nuevos negocios, era frecuente su aparición en las páginas de los periódicos al lado de familias de la alta sociedad y de gobernadores y funcionarios.
Testimonios apuntan a que Córdova tuvo una infancia y adolescencia en un contexto familiar disfuncional, de abusos sexuales, adulterios, embarazos no deseados; con un padre ausente y una madre sobreprotectora. El caso Córdova sigue abierto para la justicia civil, le ha causado un daño profundo a la iglesia potosina que intenta disimular que no pasó nada y apuesta al olvido que viene con el tiempo.
El nuevo arzobispo Jorge Alberto Cavazos Arizpe no ha emitido una postura de condena y de ruptura con la cadena de complicidad de sus antecesores, pero hay otros responsables además de los arzobispos Morales y Cabrero, el exvocero de éstos dos, el cura Juan Jesús Priego, de acuerdo con los dichos de padres de víctimas y las investigaciones, tuvo un papel importante en el silenciamiento de los abusos sexuales y fuga del padre Córdova; y llegó a declarar que después de 30 años las víctimas “ya no tienen derecho a reclamar”, “ya no eran tan niños como para tener miedo, pues estaban en preparatoria” y “las declaraciones fueron falseadas”.
El padre Priego compartió oficina con Córdova durante muchos años en la sede del arzobispado en la calle de Madero, eran muy cercanos y ahora funge como director del Colegio Mexicano en Roma, nombrado en el 2022 por la Conferencia del Episcopado Mexicano antes del arribo del arzobispo Cavazos. Para Priego este cargo tan cerca de la curia romana, es solo un peldaño para su carrera eclesiástica, espera que en los próximos años por sus servicios invaluables sea designado arzobispo de San Luis Potosí.